
Déjame maldecirte
Con los ojos bien cerrados.
Y es que,
A este sillón le invade
La gris palabra de mi espalada,
Entonces caen mis alas,
Odiándote con cada vuelo
Que dejaste morir.
En las lámparas de mi casa
Cuelga tu cuello,
Porque anhelo que la luz
Le traspase,
como un cuchillo afiladísimo,
cual sol en plena rabieta
explotando su labio
contra el vientre lejano
de las ventanas.
Mujer,
Mi muerte será el trino de los días
Demoliéndote sombra a sombra,
Hasta verte completamente furiosa
De encontrarte a mi altura
De caracola carcomida
Por el reventar del tiempo.
Y morderás tu pecho observándome,
Incompleto sonriente,
Insolente llaga de tu llaga.
Entonces me maldecirás
Con los ojos bien cerrados,
Casi matándome,
Casi amándome de tanto odio.
Mientras yo,
Sentado en las orillas
De los versos que he tejido para ti,
Seguiré existiendo
Cual perro mal nacido
Sin esquina donde agonizar.
Con los ojos bien cerrados.
Y es que,
A este sillón le invade
La gris palabra de mi espalada,
Entonces caen mis alas,
Odiándote con cada vuelo
Que dejaste morir.
En las lámparas de mi casa
Cuelga tu cuello,
Porque anhelo que la luz
Le traspase,
como un cuchillo afiladísimo,
cual sol en plena rabieta
explotando su labio
contra el vientre lejano
de las ventanas.
Mujer,
Mi muerte será el trino de los días
Demoliéndote sombra a sombra,
Hasta verte completamente furiosa
De encontrarte a mi altura
De caracola carcomida
Por el reventar del tiempo.
Y morderás tu pecho observándome,
Incompleto sonriente,
Insolente llaga de tu llaga.
Entonces me maldecirás
Con los ojos bien cerrados,
Casi matándome,
Casi amándome de tanto odio.
Mientras yo,
Sentado en las orillas
De los versos que he tejido para ti,
Seguiré existiendo
Cual perro mal nacido
Sin esquina donde agonizar.
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