14 nov 2010

Tardes

He de seguir
el son raído  
de tus piernas…

Sobre la mesa
restan los latidos
de un par de tazas de café frío.

Por eso muerdo las sillas
y tus sombras corren de mí…

Te nombro única
y se multiplica la ausencia.

Entonces vuelvo a las letras,
- Y anuncio:
repudio mis letras
cuando la vida de tu espalda
se me hace un verso imperceptible-.

El vino me aúlla,
el computador receloso gime.

Y yo,
sólo tengo la certeza,
que este,
nunca será un poema
para ti.

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