24 abr 2011

Silencioso y cotidiano

Deja de callar,
que sólo a Neruda
le gustaba eso.

Sacúdete el polvo de los hombros
y deja de sobrarle a este cuarto,
que de tanto esperar,
se hace largo
como el corazón de los trenes.

Deja de evitar la sombra de mi voz,
aunque tu voz sea una fuga de aguaceros,
aunque tu voz se rompa contra mi pecho.

Deja de sobrarle a este maldito cuartucho,
abre la ceniza violenta de tus alas:
explota en mi y contra mi…
Déjame sentirte viva
sólo por esta vez…

4 comentarios:

  1. Rosio, agradezco tu tiempo para con mis poemas, además, tu tiempo para comentar. Saludos

    ResponderEliminar
  2. wow !! gracias por hacerme descubrir tu blog , por descubrir tu poesía
    saludos
    Miriam R.Krüger

    ResponderEliminar
  3. Miriam, gracias a ti por tu tiempo, para con mi poesía.

    Espero verte seguido por acá e inmediatemente voy para tu blog.

    Abrazos

    ResponderEliminar